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diciembre 27, 2023

El Vestido


En el patio grande de la Abadía de Saint-Georges de Boscherville, miraba todo con admiración, ya que nunca había estado allí. Los zorzales cantaban y la brisa matinal acariciaba su rostro. Era muy temprano.

La niña y su hermana mayor acompañaban a la abuela que caminaba lentamente por su afección de rodillas y ya no tenía fuerzas para cargar el pesado canasto. Así fue que inmediatamente le ofrecieron una silla y, desde allí, les indicaba a las dos muchachas qué ropa o alimento debían apartar para que se los diera el capellán cuando llegara y comenzara a repartir.

Desde lejos se destacaba un vestido bermellón prolijamente colgado. Verdaderamente le gustaba muchísimo: se imaginaba con él puesto para Navidad. Quería dar cientos de vueltas para ver cómo flameaban sus volados y lucir el bordado de las mangas.

—Abuela, ¿podemos llevar ese vestido para mí?

—Pero, hija, tú tienes 10 años y ese vestido es para alguien de 17.

—Mamá me lo podrá arreglar…

—No lo creo. Hay que tomarle de todos lados y se deformará.

—Abuela…

—¡No se habla más del asunto!

La niña permaneció muy triste, con sus ojitos a punto de llorar.

La espera del capellán se extendió por varias horas y cada vez se agolpaban más personas de todos los rincones. La hermosa abadía estaba colmada de indigentes y campesinos muy pobres esperando llevarse algo y pasar el invierno.

Hasta que al fin llegó el Capellán Padre Simón. Para sorpresa de todos, lo acompañaba el Rey Luis VI quien venía a hacer sus donaciones y limosnas.

La niña no lo conocía y lo vio como un gigante gordo de ropas muy lujosas. Pensó que debía tener mucha plata y en su inocencia corrió hacia él y se abrazó a una de sus piernas.

—¡Señor, quiero ese vestido! ¿Me lo compra?

— ¿Qué vestido quieres, pequeña?

—Aquel, el que está colgado, el de color bermellón y puntillas blancas…

—¡Pero claro que te lo compraré!

—Niña, ¡deja de incomodar a nuestro rey! amonestó la abuela—. ¡Ven para acá!

La hermana mayor se apresuró a traerla, pero la pequeña escapó corriendo. Así ambas corretearon, pasando por entre el capellán y la gente que estaba allí, dando vuelta los canastos y revolucionando el lugar. La abuela se tomaba la cabeza con las manos.

Mientras tanto, el Rey no notó el desorden y compró por una buena suma aquel vestido. Volteó su mirada buscando a la niña que le había hecho el pedido. La vio corriendo en el otro extremo del patio cerca de la fuente, y su hermana tras ella.

—¡Ven, pequeña! ¡Aquí está el vestido que tanto querías!

Al escuchar, la niña cambió el rumbo de su carrera. No podía creer lo sucedido: ¡el vestido soñado era suyo por fin! Se dirigió al señor gordo inmenso que debía tener dinero y que no era nada más ni nada menos que el Rey de Francia…

De pronto, en adelante la secuencia de esta historia se enlenteció, como si todo se hubiese puesto en modo “cámara lenta”. Le costaba llegar a tomar la prenda tan deseada. Como si el tiempo se hubiera frenado, las voces se alargaban sonando dos o tres tonos más graves y, en vez de recuperar el ritmo normal, los movimientos se retrasaban más. Las personas a su alrededor se veían como esfumadas, borrosas…

Sintió que algo la succionaba y la llevaba velozmente de allí. Pegó un salto y sus ojos se abrieron. Esta vez era real. Estaba despertando de un largo sueño, apoyados sus brazos y cabeza sobre libros y enciclopedias con las que investigaba sobre las “casas de limosnas” y la vestimenta del siglo XII.

Le costó reencontrase con su tiempo y la realidad del 2023. Lamentó no haber recibido el atuendo que, aunque fuera en sueños, le hubiera gustado vestir.

No obstante, siguió estudiando para el último examen del año.

©Patricia Palleres 

Relato basado en la obra del pintor británico William Logsdail LA CASA DE LIMOSNAS EN ANTWERP. 

 

 (Todos los textos de éste blog son privados y tienen Derecho de Autor.)

14 comentarios:

  1. Había detalles tan curiosos en épocas pasadas, que su estudio desencadenó el sueño de tu protagonista.
    Me gustó mucho tu historia.
    Un abrazo.

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  2. Pues yo llevo unos días que estoy leyendo libros que se pasan a otro tiempo...me encantan, sobre todo desde que leí Viajera y todos los de Diana Gabaldón.
    Un beso

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  3. Cada obra de arte te sumerge en una época, tiempo y espacio ideal para la transportarnos con la imaginación.

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    1. Si, así es cada tiempo tiene su particularidad y eso me apasiona.

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  4. Un muy bonito y entretenido relato.Por un momento quise con muchas fuerzas que la niña obtuviera su tan anhelado vestido.

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  5. OJALÁ LA NIÑA SUEÑE NUEVAMENTE Y OBTENGA SU VESTIDO, EN SUEÑOS, PERO DESE SU REALIDAD. GRACIAS AMIGA PATRICIA PALLERES!!!


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  6. El mundo de los sueños , es inagotable , y vivencial , hasta que la realidad , nos despierta , pero no dejan de ser hermosos , cómo los de esa niña , bonita historia , felicitaciones Patricia 😘

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  7. Patricia, me llevaste a esa época! Recorrí lugares y vi personajes. Gracias por compartir! Felicitaciones por tu relato, habla de vos como buena escritora y lectora. Abrazos!

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  8. Patricia, gracias por visitar uno de mis blog, siempre serás bienvenida.
    Me encanto el relato, que la niña tenga su vestido soñado.
    Cariños y besos

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Gracias amigos por dejar aquí una de las cosas más sagradas que tenemos: las palabras
Las valoro con el alma.
Un gran abrazo, Pat